Se produce tanto en hombres como en mujeres, generalmente debido a materia fecal dura y voluminosa o diarrea prolongada, aunque también un aumento en la tensión del esfínter anal o una pobre irrigación sanguínea influyen en su formación.
Las fisuras en su mayoría son de causas desconocidas. Pero un pequeño porcentaje de puede deber a infecciones o enfermedad inflamatoria intestinal.
Con la fisura anal, se inicia un círculo vicioso, que debemos interrumpir con el tratamiento. Esto sería así: debido a un episodio de constipación o de diarrea crónica se genera la fisura en la mucosa del ano, lo que va a generar dolor muy intenso. Esto conlleva a un espasmo (calambres) del esfínter anal, lo que provoca más dolor, esto a su vez disminuye la sangre que llega a la mucosa y, por consiguiente, una pobre cicatrización que no permitirá que la fisura cure. Además, por el dolor generado al evacuar el paciente evita la deposición produciendo materia fecal más dura y voluminosa, que al evacuar va a generar más dolor cerrando así el tan famoso círculo vicioso.
¿CÓMO SE PRESENTA?
El dolor anal es, sin dudas, el síntoma más característico de esta patología. Suele ser muy intenso, agudo, tipo cortante y que se
presenta característicamente después de la evacuación persistiendo por un
tiempo muy variable (desde minutos hasta horas).
También puede presentarse sangrado, escaso, rojo claro al higienizarse y también acompañarse de escozor o picazón del ano.
¿SON NECESARIOS ESTUDIOS PARA DIAGNOSTICARLA?
El diagnóstico de la fisura anal se basa en los síntomas antes descriptos asociado a la visualización de la fisura por un especialista en el tema.
Sin embargo, cuando la úlcera tiene características distintas o se asocia a síntomas atípicos, es necesario realizar estudios para descartar causas específicas, como son la enfermedad inflamatoria intestinal o las infecciones de transmisión sexual.
¿SE PUEDE PREVENIR?
¡Si! Evitando la diarrea y la constipación mediante una dieta rica en fibras o agentes que ayudan a producir deposiciones blandas no diarreicas.
¿CÓMO SE TRATA?
Cuando son secundarias a enfermedad inflamatoria intestinal o a enfermedades infecciosas tienen un tratamiento específico de la enfermedad de base, pero esto no significa que la fisura sea secundaria a la misma.
La mayor parte de las fisuras anales agudas curan con medidas generales para corregir el estreñimiento y el dolor, pero cuando son fisuras crónicas casi siempre necesitan tratamiento médico específico o cirugía. De todos modos, es fundamental que el tratamiento vaya desde lo menos a lo más agresivo.
Dentro de las medidas generales se encuentran: evitar la ingesta de alcohol, picantes y especias y aumentar el consumo de frutas, verduras y cereales. Realizar baños de asiento con agua tibia y aplicarse pomadas con corticoides o anestésicos con las que se intentará disminuir el dolor y el escozor. También, para evitar el estreñimiento pueden agregarse laxantes con la finalidad de generar heces blandas y fáciles de expulsar.
Si estas medidas son insuficientes, se iniciará tratamiento con pomadas que disminuyen la presión del canal anal relajando el esfínter anal interno. Éstas tienen un 60% de eficacia en la mejoría del dolor y la cicatrización de la fisura.
Si el paciente no tolera el tratamiento anterior, no es eficaz o está contraindicado su uso, se pueden evaluar el tratamiento con toxina botulínica (Botox). Dejando para el final el tratamiento quirúrgico que, si bien es el más eficaz para la curación de la fisura anal, en algunos pacientes puede producir incontinencia anal en manos inexpertas
Por todo esto, siempre es mejor consultar a un especialista en Coloproctología para obtener un diagnóstico preciso y un tratamiento eficaz. ¡No dudes en consultarnos!