Es la pérdida de la capacidad para retener los gases y la materia fecal de manera voluntaria hasta un lugar socialmente aceptado para eliminarlos.
Puede clasificarse como:
- Incontinencia “de urgencia” cuando el paciente siente que está por evacuar, pero no logra contener la materia fecal.
- Incontinencia “pasiva” cuando no presenta la sensación previa y lo nota cuando ya ensució la ropa.
Debido a la vergüenza que genera esta patología, suele ser poco o no comentada por el paciente, pero lo importante es que se puede tratar y es fundamental no tener miedo o pudor a contarle al coloproctólogo para que éste pueda ayudar.
Suele presentarse en los dos extremos de la vida. En los niños hay dos tipos de incontinencia:
Incontinencia fecal verdadera: es la condición desde el nacimiento en la que las estructuras normales no se desarrollan correctamente, como son una espina bífida o la malformación anorrectal (defecto en el desarrollo del recto, ano y los nervios que intervienen en el control de ellos). Son físicamente incapaces de controlar las evacuaciones.
Pseudoincontinencia o encopresis: encopresis hace referencia a la fuga involuntaria de materia fecal fuera del cuerpo. Ocurre en niños que por razones emocionales o del desarrollo no quieren defecar, generando un bolo fecal que debilita los músculos de la pared del recto, permitiendo el escurrimiento de materia fecal líquida por los costados.
En el adulto, aumenta su frecuencia con la edad y en el sexo femenino; y si bien suele haber más de una causa a la vez, la incontinencia fecal se debe a:
Daños en los músculos o nervios: es la causa más frecuente de incontinencia. Esto se debe a parto de fetos de gran tamaño en mujeres primerizas de edad avanzada. Otras causas pueden ser las cirugías y los traumatismos.
Disminución de la consistencia de la materia fecal: la materia fecal líquida es más difícil de contener, provocando fugas. las causas de diarrea pueden ser por abuso de laxantes, enfermedades inflamatorias, gastroenteritis.
Estreñimiento crónico: genera heces duras (bolo fecal), las que estiran y debilitan los músculos del recto y ano, alterando la capacidad de retener la materia fecal.
Alteración del reservorio del recto: se pierde la capacidad de almacenar la materia fecal, esto puede ser causado por resecciones quirúrgicas del colon y recto por cáncer, post radioterapia, enfermedades inflamatorias intestinales, tumores del recto.
Alteración de los nervios: se pierde la capacidad de sentir que hay materia fecal y de contraer los músculos de la pelvis, provocando pérdidas. Ejemplo de esto son: accidente cerebrovascular (ACV), lesiones medulares por tumores o accidentes, diabetes, esclerosis múltiple y demencia.
¿Cómo se evalúa y diagnostica la incontinencia?
Fundamental es el examen realizado por el coloproctólogo para evaluar alteraciones en la anatomía normal del ano. Además de esto, existen múltiples cuestionarios destinados a evaluar la afectación en la calidad de vida, y los episodios de incontinencia diarios en un periodo de tiempo. Facilitando al profesional un pantallazo global del nivel de la enfermedad y cómo esta afecta al paciente. Dato fundamental para poder evaluar el tratamiento indicado.
Otros exámenes complementarios necesarios son:
Manometría anorrectal: Es un estudio para evaluar la sensorialidad (sensibilidad) del recto a la materia fecal, y las presiones de los músculos del ano, tanto en reposo como en la contracción.
Ecografía 360°: es un tipo especial de ecografia, que se realiza para poder observar los músculos del esfínter anal y evaluar si tienen daño, y la magnitud de ese daño.
Colonoscopía o videorectosigmoideoscopía: fundamental para descartar la presencia de tumor en la luz intestinal.
¿Se puede tratar?
¡Hay múltiples tratamientos para la incontinencia! Siempre tratando de ir de lo menos a lo más agresivo, pero también adecuándose a la causa de la incontinencia.
Primero se modificarán los hábitos y la dieta tratando de producir heces más formes y voluminosas para facilitar la continencia de las mismas, además de la dieta se pueden suministrar “formadores de materia fecal” para tal fin.
Un paso más arriba está la biorretroalimentación (biofeedback) o reentrenamiento de los esfínteres, que mediante unos ejercicios se reeducan y fortalecen los músculos de la pelvis y se mejora la sensorialidad del recto.
Estas medidas generalmente mejoran en un 70% los episodios de incontinencia.
Si la causa de la incontinencia se debe a lesiones musculares, el siguiente paso será la cirugía para reconstruir la anatomía del ano.
Si aún no hay mejoría o si la incontinencia no es por lesiones en los músculos se puede realizar neuromodulación sacra, que mediante la implantación de un marcapaso estimula los nervios encargados de la continencia.
No olvides que es importante dar el primer paso y comunicarle a tu coloproctólogo sobre la incontinencia para que este pueda ofrecerte el mejor tratamiento posible.